El arte de encontrar a Dios

20 02 2009

filosofia_logoLa Humanidad jamás hubiese dominado la materia natural de su entorno si no hubiese sido por un hecho aparentemente sobrenatural que es la intuición de Dios. Esto y no otra cosa la diferenció definitivamente de las bestias.
Según las más antiguas tradiciones –que no contradicen a las últimas investigaciones de la ciencia- el que habitualmente se llama “Homo Sapiens” no fue el comienzo de la Humanidad, sino los restos de una forma anterior cuya cultura y civilización fue destruida, generando otra nueva, la actual.
Lo característico de este “Homo Sapiens”, y lo que le diferencia del degenerado humanoide al que se denomina “Homo Habilis”, es que desde el principio, toda su vida, reflejada en los restos de sus obras, está impregnada de magia, es decir, de una instrumentación metafísica al servicio de un contacto, más o menos misterioso, entre su propia identidad espiritual y lo Divino.
Los cultos a la Gran Madre o al Padre Oso no son más que formas externalizadas de una percepción viva y permanente de un “Algo” que está más allá de lo estrictamente visible, con un número indeterminado de intermediarios, desde los Espíritus de la Naturaleza hasta los grandes Dioses que rigen el destino de los astros, incluyendo nuestra propia Tierra. A través de los centenares de milenios, de los ciclos y de las vicisitudes de todo tipo, el Hombre trató de comprender más o menos intelectualmente esa Intuición Instintiva de sus antepasados. Y así como algunos se especializaron en el manejo de la madera o de la piedra, otros lo hicieron respecto a lo metafísico y al resumen de los conocimientos más elevados, una Magna Ciencia que se conoció luego como Magia.
Pero la internalización de estos conocimientos espirituales fue diferenciando, en el contexto de cada pueblo, la casta de los sacerdotes. Éstos pronto comprendieron que sus vivencias espirituales no eran transferibles a las masas si no lo hacían a través de parábolas, cuentos anecdóticos, reglas morales y un ceremonial que ayudase a los menos favorecidos en sus contactos con lo Divino a percibirlo aunque fuese esporádicamente. Así nacieron todas las religiones. Pues Aquel que había recibido la Chispa Divina en Su Seno y la posibilidad de expresarla de manera sencilla y codificada, se convirtió en el fundador de una religión.
A pesar de las terribles pérdidas que la ignorancia y vocación por la destrucción que aún sienten casi todos los seres humanos han provocado, nos quedan los restos más o menos enteros de las últimas religiones que en el Mundo ha habido. Estos restos se adaptan al momento histórico y al lugar geográfico en que fueron emitidos, y así es lógico entender que un Sidarta Gotama Buda, en el siglo VI antes de la Era Corriente, no pudo haber dado el mismo Mensaje que un Jesús el Cristo, quinientos o seiscientos años más tarde en otro tiempo y otro lugar.
En el mundo actual existen millones de aparentes ateos y también millones de creyentes de alguna de las grandes religiones, como ser el Brahmanismo, el Budismo, el Cristianismo, el Judaísmo o el Islamismo. Junto a ellas existen miles de sectas de estas mismas creencias y otras de origen confuso.
¿Por qué decimos “aparentes ateos”?
Porque si bien los hay que legítimamente no creen ni perciben a Dios de ninguna manera, y hasta proclaman que éste es un concepto completamente artificial creado a la sombra del terror que inspira la muerte, la mayor parte rechaza, no tanto la posibilidad de una Inteligencia Cósmica movida por una necesidad o Voluntad Superior, sino las formas infantiloides con que las religiones en general presentan los grandes misterios que acucian al Hombre desde su origen.
Los extraordinarios avances tecnológicos y las vías de conocimiento científico que se han abierto a la experiencia humana en los últimos dos o tres siglos, han hecho insostenibles las más populares creencias sobre un Universo creado hace menos de 7.000 u 8.000 años, los infiernos y paraísos físicos, la resurrección de la carne o los mares que se abren para que pasen los pueblos elegidos y se cierran para ahogar a sus enemigos. Hoy hay muchas personas que viven con el corazón o el hígado injertado a partir de un cuerpo ajeno, vuelan en aparatos que superan largamente las más altas montañas y dan la vuelta al mundo, y existen otros artefactos fabricados por manos humanas que han sobrepasado todos los “cielos” que figuraron durante milenios en los Libros Sagrados. Y junto a estos éxitos indudables, como tantos otros que sería tedioso mencionar, el Hombre va descubriendo que el planeta en el que se asienta es como un ser vivo más, y que sus habitantes, sean vegetales, animales o humanos, tienen cuerpos maravillosamente diseñados, con índices de rendimiento, supervivencia y reproducción que ninguna máquina puede lograr.
Sin embargo, el materialismo imperante hace que esas maravillas no pasen de ser objeto de curiosidad, y que en lo religioso se siga exigiendo a los viejos textos, tantas veces distorsionados, las respuestas a todas las preguntas, entre ellas, la muy fundamental del arte de encontrar a Dios. Y cuando no se hallan, no se niega el texto o se buscan sus simbolismos, sino que se niega la existencia del Ser Divino, con su secuela de angustia, depravaciones y maldades.
Este error es funesto para la calidad del Hombre y lo bestializa, haciéndole “caer hacia atrás” en el ateísmo más estúpido o en el fanatismo más cerrado.
Proponemos otra vía, que es la filosófica a la manera clásica.
Esta vía puede, con relativa facilidad, llevarnos al encuentro con Dios en nosotros y en todo nuestro entorno.
Si detenemos nuestra inercia materialista, nuestro “peso” de angustias, ignorancias y cegueras, descubriremos de manera sencilla que todas las cosas, desde las estructuras subatómicas hasta los nidos de galaxias, pasando por los diseños artístico-funcionales de las alas de un insecto hasta el esqueleto que sustenta nuestras carnes mortales, están pensadas y calculadas con sobrehumana precisión. Que es evidente una ecología funcional que relaciona todos los elementos universales, regidos por leyes cíclicas sapientísimas.
Deteneos y observad.
Ved la armonía maravillosa que encierran los pétalos de una flor o las estructuras cristalinas. Ellas, de por sí, jamás pudieron “pensarse” de manera de volverse tan perfectas y asombrosas. Tiene que haber “Algo” que las pensó y diseñó, y ese Pensamiento necesita de una Voluntad que lo genere y justifique.
Un sano “Panteísmo Filosófico” demuestra a los humanos inteligentes y libres de prejuicios la presencia de un “Algo Superior” al que bien podemos llamar Dios, y que expresado a través de innúmeros intermediarios, plasmó tales maravillas. Ese “Algo” no ha olvidado a nadie ni a nada. Todo está inteligentemente vivo y es eficaz.
Deteneos y observad.
No es pérdida de tiempo, sino todo lo contrario la contemplación activa de esos prodigios que se dan en los múltiples ojos de una mosca o en la estructura aerodinámica de una golondrina.
Los materialistas dicen que todo esto es fruto de la evolución, de la casualidad, etc. Los nombres no interesan… una evolución inteligente que aprovecha las experiencias, y una casualidad que no tiene nada de “casual” sino que es un eslabonamiento de causas y efectos, demuestran que nuestro Universo y nosotros mismos estamos dentro de un “Macrobios”, de un Super-Ser que ha motivado una super-existencia de funcionalidad prodigiosa. Y en ella estamos inmersos y ella está en nosotros, en todos nuestros aspectos y planos de conciencia.
Todo es Dios
Pues si así no lo fuese, si una sola mota de polvo estuviese carente de Dios, esta mota de polvo limitaría a Dios y esto es una aberración ya que el atributo esencial de Dios es, por fuerza, la omnipresencia en todo y todas las cosas y seres, los que, si no existiese Dios, tampoco existirían. Esa mota de polvo de nuestro ejemplo, vista a través de un poderoso microscopio, se nos revelará como un micro-universo tan armónico, vivo y eficaz como el Sistema Solar.
Si recobramos el actualmente casi perdido arte de encontrar a Dios, nos liberaremos de muchas limitaciones, racismos y fanatismos. Nos liberaremos de la angustia y seremos naturalmente voluntariosos, buenos y justos.
Dios no es un juez severo, ni un padre, ni una madre, ni un verdugo… Dios es simplemente DIOS… Quien lo encuentra, lo sabe.

Jorge Ángel Livraga
[portalfilosofia] Boletín del Portal de Filosofía: Número 93b. El arte de encontrar a Dios


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20 02 2009
sentires

Jorge Angel Livraga Rizzi

Nueva Acrópolis : Sus comienzos

Desde su creación hace 49 años, en 1957, la Asociación Cultural Nueva Acrópolis se ha preocupado por los jóvenes, y su mejor formación filosófica, adaptada a la época actual, todo ello en un marco independiente y ajeno a cualquier influencia religiosa, política o socio-económica.

El profesor Jorge Ángel Livraga Rizzi, iniciador del proyecto, agrupó jóvenes universitarios y estudiantes, a los que pronto se unieron personalidades del mundo artístico y cultural, en torno a una idea y un movimiento enriquecedor del espíritu e ilusionante para todos.

Nueva Acrópolis es reconocida como una Fundación de utilidad pública en Argentina, desde comienzos de la década de los setenta, gracias a sus acciones sociales y culturales. En este período adquiere dimensión internacional.

Hoy, la Asociación Cultural Nueva Acrópolis está presente en más de 50 países y reúne más de 10.000 miembros activos y cientos de miles de simpatizantes, que se expresan en más de 18 idiomas y representan una amplia gama de confesiones, orígenes étnicos y herencias culturales en un esplendoroso ejemplo de convivencia y comprensión.

Jorge Ángel Livraga Rizzi, nació en Buenos Aires (Argentina) el 3 de Septiembre de 1930. Falleció en Madrid el 7 de Octubre de 1991. Tanto su madre, Victoria Rizzi, como su padre, Ángel Livraga, ingeniero industrial, procedían de Italia, desde donde sus respectivas familias emigraron a Argentina a finales del siglo XIX; esta circunstancia le permitió acceder, años más tarde, a la nacionalidad italiana.

La muerte de su padre cuando apenas contaba quince años de edad, le produjo una reacción interior que le llevó a interesarse por el sentido de la vida. Entró en contacto con diferentes grupos filosóficos, dedicándose a investigar sobre la Historia de las Religiones y la Simbología, lo que compaginó con sus estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Paralelamente, sus inquietudes por la Historia, la Arqueología y el Arte le llevaron a cursar estas materias en otras facultades de la referida Universidad. Cultivó también la poesía, recibiendo el Premio Nacional de Poesía de Argentina en 1951, con su libro «Lotos».

Obras de Jorge Ángel Livraga

La intención de hacer llegar el conocimiento y la filosofía a todo tipo de público preside las obras de Jorge Ángel Livraga, con un claro sentido pedagógico. De ahí que una buena parte de su producción intelectual consista en la recopilación de sus clases y conferencias, pronunciadas sobre los más diversos temas, aunque siempre con un hilo conductor: la necesidad de despertar la conciencia individual en cada ser humano, la responsabilidad de hacer un mundo más justo y solidario, donde todos tengan acceso a la educación y la cultura.

Jorge Ángel Livraga reflexiona sobre el momento histórico que le ha tocado vivir y proporciona argumentos para ejercer la libertad de pensamiento y la autonomía del individuo ante las manipulaciones y los engaños de los poderosos. «Magia, Religión y Ciencia para el siglo XXI» es el título de la recopilación de sus conferencias, reunidas en cuatro tomos.

En los comienzos de su labor se inicia en el género de la narrativa de carácter histórico, como el de su primera obra, «Ankor el discípulo», en la que cuenta las peripecias de un joven aspirante a la sabiduría oculta, en el ambiente imaginado de los momentos previos al hundimiento de Poseidonis, el último vestigio de la mítica Atlántida, según los diálogos de Platón. En esta obra de juventud, Livraga vierte las enseñanzas que él mismo había recibido durante la primera etapa de su formación filosófica. Vuelve al género de la narrativa histórica en «El Alquimista», obra que recrea el ambiente de las fraternidades secretas que surgen en la Europa del siglo XVI, al tiempo que constituye una defensa apasionada de la libertad de pensamiento.

La explicación de los fenómenos de la naturaleza resume el contenido de una de sus obras más traducidas: «Los espíritus elementales de la Naturaleza». Esta intención se extiende a todo el ámbito de la Filosofía Tradicional en «Introducción a la Sabiduría de Oriente», verdadera guía para quienes quieren iniciar su andadura hacia la búsqueda del conocimiento que subyace más allá de los fenómenos, de las diferentes formas de pensamientos y religiones. En esta línea pedagógica se encuadra «Cartas a Delia y a Fernando», una serie de diálogos, sostenidos con dos de sus discípulos más directos, sobre las inquietudes que provoca en la juventud el adoptar el punto de vista filosófico, con el enfoque original del fundador de Nueva Acrópolis.

La observación de los fenómenos de nuestro tiempo encuentra su forma en dos singulares trabajos de Livraga. Uno de ellos, «Los Mitos del Siglo XX», es un recuento de las grandes palabras con que se han justificado muchos desafueros, injusticias y contradicciones, así como una invitación a adentrarse en el siglo XXI con mayor independencia y libertad de criterio. En «Moassy el perro» incide en esa crítica, mediante el recurso a la ficción, protagonizada por un perro con aspecto de hombre, que se enfrenta a las irracionalidades humanas utilizando su lógica simplicidad perruna.

Como arqueólogo y estudioso de la civilización egipcia Jorge Ángel Livraga escoge Tebas, la milenaria capital del Imperio Medio, para interpretar algunas de las aportaciones de aquel mundo, lejano y a la vez cercano, pues, como dice el autor, un tanto enigmáticamente, «Tebas es un estado de conciencia».

Para adentrarse en el alma griega, Jorge Livraga elige el tema de los géneros teatrales, y así analiza «El Teatro mistérico. La Tragedia». La expresión teatral le sirve para adentrarse en la realidad profunda del alma y desvelar algunas de sus claves, siempre a la búsqueda de la grandeza que, como héroe interior, todo ser humano guarda en sí mismo. Era el primero de una serie de estudios que dejó inconclusa.

Estas obras han sido traducidas a numerosos idiomas: francés, inglés, portugués, griego, ruso, turco, checo y alemán, entre otros.
http://www.nueva-acropolis.org.ar/Jorge-Angel-Livraga.574.0.html

20 02 2009
sentires

Estas sensaciones, seguramente todos las hemos experimentado. Pero no hay como la claridad que dio el autor a cada palabra para transmitirlas.
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«Me presentaba todas las tardes en la casona del Profesor Schimidt, y todavía está fresca en mi memoria la ansiedad por llegar a ella, cosa que hacía que permaneciese dentro de mi coche, estacionado, un par de horas antes que comenzaran mis clases. Todo lo que se me enseñaba en ellas, me provocaba la sensación de estar recordando, como si ya lo hubiera sabido alguna vez. Nada me parecía raro ni sorprendente, sino simplemente maravilloso.»”J.A.Livraga
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Con diecisiete años, comenzó a comprar sus primeros libros sobre esoterismo en la pequeña Librería Kier de entonces, y se hizo socio de la Sociedad Teosófica y de su biblioteca, aunque siempre se mostró crítico con dicha organización.
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”»El Profesor Schmidt (…) me explicó largamente la diferencia entre un simple lector de temas esotéricos y aquel que quería seguir un verdadero discipulado y me hizo ver que de estos últimos había muy pocos». .»”J.A.Livraga

12 04 2011
Silvia Cristina

Bellísimo texto…

Un placer haber encontrado este cálido lugar….

Cariños

Silvia Cristina

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